miércoles, 6 de agosto de 2008

De nuevo, hablemos de racismo (I Parte)

Por Miguel A. García Puñales

A manera de introducción:En edición de hoy domingo 8 de junio, nuestro diario reproduce un reporte de agencias referente al II Encuentro Hispano-Cubano. En dicho encuentro –en el que no pudimos participar personalmente por compromisos laborales ineludibles y que dicho sea de paso fue convocado, al menos en nuestro caso, mediante mensajes SMS con muy poco tiempo de antelación y sin envío de la agenda de discusión- se debatieron muchos asuntos de interés, entre otros la cuestión racial en Cuba.

La propia agencia EFE que cubrió el encuentro reporta que “…La afirmación de Colas (N de E: se refiere al exiliado cubano, licenciado en psicología, Humberto Colás, residente en Estados Unidos y que trabaja en una universidad del estado americano de Missisipi) de que la sociedad cubana es "racista y clasista" ha provocado que dos exiliadas cubanas abandonaran el encuentro, tras señalar que no estaban de acuerdo con este mensaje…” Tal desenlace de una parte del evento no nos asombra y al margen de que acaba de llegar a esta redacción el texto de la ponencia que será estudiada – y comentada- por quien escribe esta columna, era casi un resultado esperado; al menos en lo referente a este tema en específico.

El Centro de Información y Documentación de Estudios Cubanos (CENINFEC), organización integrada por un pequeño grupo de investigadores y docentes universitarios cubanos en el exilio, concluyó recientemente la elaboración de una metodología para la medición fiable de los índices de marginalidad de la población cubana. Dicha metodología con los correspondientes registros de autor, será presentada antes de fin de año en varios congresos especializados, entre ellos en el encuentro cultural “Con Cuba en la distancia”, del que ya hemos solicitado oficialmente registro de participación. Dicho sea de paso este encuentro si ha circulado con suficiente antelación la agenda, metodología de presentacion de trabajos y normas de debate, lo que unido a su trayectoria en eventos anteriores se nos figura como lugar idóneo para exponer no sólo la metodología sino el primer reporte anual derivado de su aplicación.

Desde hace algunos años venimos alertando que el abordaje del tema racial como componente específico de la etnia cubana, está derivando hacia extrapolaciones metodológicas de entornos diferentes al cubano y con escaso manejo de datos fiables, por profesionales exiliados, fundamentalmente en territorio norteamericano y que han hecho de éllo su caballo de batalla contra el sistema totalitario.

En la mayoría de los casos, se utilizan los propios datos censales sobre raza, publicados por el estado cubano en su último reporte de 2002, evidentemente inexactos.

Y en la totalidad de los casos, los resultados publicados no pasan de expresar estados de opinión potenciados por la pertenencia académica o mediática de sus autores a entornos de investigaciones raciales norteamericanas.

En tres oportunidades – solo por mencionar mi etapa de exiliado- he tenido que soportar acusaciones directas,omisiones y exclusiones del tema, sólo porque los datos, conclusiones que he vertido o porque el color de mi piel no se ajustan al esquema de quienes desde aquél territorio asumen “profesionalmente” el abordaje del tema en cuestión.

En la primera oportunidad y de forma pública fui acusado de racista, sólo porque mis conclusiones sobre la calidad mestiza de la étnia cubana no se ajustaban a la concepción clásica de estudios nortemericanos que clasifica como población negra a los individuos de raza mestiza fruto del mestizaje de negros con otras razas. Justo es decirlo en aquella oportunidad yo si me sentí discriminado.

En una segunda oportunidad, mi solicitada colaboración en una incipiente publicación sobre el tema racial cubano la suspendí voluntariamente, pues en las conversaciones previas con el director de la revista, vía telefónica, fue precedida de una pregunta a todas luces improcedente y excluyente. Ante algunos plateamientos que debatimos por teléfono – en los que siempre supuse que evaluariamos datos lo más objetivos posibles- la primera pregunta ante discrepancias metodológicas fue: ¿De qué raza eres?. En ese mismo instante terminé lo que parecía que iba a ser una colaboración seria.

En un tercera ocasión me contactaron via e-mail para participar sobre un congreso del tema en una universidad de Washington donde me pedian una ponencia de base estadística. Después de acordada mi participación – incluídos todos los trámites de permisos laborales para ausentarme de terrirorio español- se hizo el silencio absoluto en los hasta ese momento constantes comunicaciones electrónicas. Sólo mas de un año después, la misma persona que me invitara –dedicado laboralmente al tema- me argumentó en Madrid que no sabía qué pasaba con mis correos que los recibía, pero que al parecer yo no recibía los que él me mandaba. No pude más que sonreir, pues ese colega no sólo tenía mis diferentes direciones de correos, incluídas las de este diario, sino mi teléfonos y dirección postal,amén de que yo recibía correos de su esposa referentes a otros temas de la actividad opositora.

Evidentemente, el tema no es sólo complejo ¡y peligroso! Ya que el tratamiento equivocado con los consecuentes estados de opinión en direcciones erróneas, pueden sumar a los ya acuciantes problemas de marginalidad de la población cubana - por supuesto de sus más de 20 fenotipos raciales- problemas inducidos por enfoques metodológicos racistas y duele decirlo; de interés de quienes pretenden vivir del tema.

A continuación reproducimos un ensayo de quien les escribe, publicado en 2003, que definen algunos de los principios de los que partimos para iniciar la investigación que recientemente concluyó en la formación de una metodología de indicadores objetivos de marginalidad, donde evidentemente se incluye el factor racial.

Hablemos de racismo. Ensayo

I- Algunos conceptos imprescindibles

Durante tres días sesionó el Congreso de la Cultura Cubana en Madrid. Al margen de imprecisiones, algunas exclusiones inexcusables y de que se echó en falta una convocatoria con mayor anticipación en el tiempo -para bien de las ponencias y de los ponentes-, el encuentro cumplió su cometido de vincular a diferentes estratos del exilio cubano mediante el abordaje de temáticas diversas.

Sería recomendable para un futuro, que de la misma forma en que algunas temáticas culturales y políticas contaron con la participación de profesionales del ramo, se beneficie en próximos eventos el concurso con expertos en temáticas sociales para temas de tal naturaleza. Sería interesante la presentación de resultados de investigación con rigor científico. Ayudaría a conocer más nuestra realidad y evitaría el tratamiento de temas tan importantes desde ópticas empíricas, periodísticas y a veces con léxico de barricadas.

Una de las sesiones más debatidas, transcurrió el sábado 31 de enero y el tema de interés versó sobre racismo en Cuba.

El debate transcurrió desde la óptica normal con que suele abordarse el asunto; desde posiciones empíricas y muchas veces anecdóticas. Lo que no deja de tener un gran valor, ya que los participantes aportan sus vivencias personales y las percepciones de su entorno, pero no suficiente si de un problema tan sensible se trata.

No suficiente, por cuanto es una realidad que se encuentra en la base de nuestra formación como Nación, ha sido manipulada por el gobierno de la Isla en su interés y para más INRI ha visto nacer en los últimos años cierta tendencia de pequeños grupos opositores cuyo norte de asociación lo constituye la raza.

Las conclusiones del debate fueron tres;
• Existe racismo en Cuba
• Su eliminación requiere de legislaciones específicas
• Para su extinción se necesitan vías educativas también específicas.

Volveré a estas conclusiones en la segunda parte de este ensayo, pues aunque las tres son verdades de Perogrullo, considero que merecen un análisis más detallado.
Siendo como es, un problema que aún espera por políticas realistas (quisiera remitir al lector a mi artículo “Vindicación de la República Constitucional”, publicado en esta misma sección del diario); Preocupa extraordinariamente que el desgobierno de la nación “descubra” ahora este asunto, según declaraciones efectuadas a la prensa a mediados del pasado año.

Es de analistas poco informados – el caso de Fernando Ravsberg, corresponsal de la BBC en La Habana- o de tiranos malintencionados, retomar el asunto exactamente de la forma en que se ha planteado.

El “problema racial” es usualmente mal entendido y peor evaluado, toda vez que el sujeto evaluador es casi siempre portador de sus propios determinantes sociales -“étnicos”- popularmente confundidas con la pigmentación de la piel. La objetividad en sociología aplicada es sumamente difícil de alcanzar en tanto y cuanto el sujeto debe intentar aislarse de su vínculo al objeto de estudio, aunque es precisamente ese vínculo el que le permitirá ejecutar con ventaja su abordaje.

Existen numerosas investigaciones sobre el tema, fundamentalmente dentro de la Isla, pues al contrario de lo que puedan opinar los legos en la materia, los numerosos investigadores que allí han desarrollado su trabajo –muchos de ellos con elevada formación y experiencia científica en las distintas ramas de la antropología social- han dispuesto a lo largo de muchos años, del tiempo, los medios y el acceso al objeto de investigación.

En el exilio podemos cumplir con largueza las dos primeras condicionantes, pero la última se nos torna harto difícil y la socorrida práctica de evaluar temas de este tipo utilizando la población exiliada como muestra de estudio, genera siempre un sesgo imposible de suplir sin el trabajo de campo en la Isla.

Hago esta aclaración, pues es común encontrar en el exterior a numerosas personalidades que por su procedencia formativa, alejamiento durante decenios del territorio nacional o por simple confusión, dan por hecho que el grado de ineficiencia general del país es achacable a todos los estratos profesionales de la Isla y eso ¡es un grave error!

Sólo que en el asunto racial, no han de buscarse puntualmente datos o conclusiones en los informes de investigaciones específicas sobre el tema. Esta afirmación se sustenta en dos razones;

-Primero, si la investigación es pública, seguramente estará amañada, pues este tema es clasificado en la Isla y sólo se encarga por directivas de gobierno a grupos de investigadores directamente vinculados al poder político y siempre con objetivos propagandísticos. Tal es el caso de los estudios sobre temas de la juventud que se desarrollan desde la Unión de Jóvenes Comunistas.

-Segundo, las verdaderas investigaciones sobre el tema, con este asunto como objetivo declarado, nunca salen a la luz pública pues se utilizan como herramientas de gobierno por los diferentes niveles del aparato central del poder.

Existen sin embargo numerosas investigaciones sociales que de forma indirecta abordan el tema y aunque en sus conclusiones generalmente sea necesario despejar la paja del vocabulario en uso, aportan datos y razones de enorme valor práctico.

Tales pueden ser, sólo por situar dos ejemplos, la Investigación Nacional de Crecimiento y Desarrollo de la Población Cubana, regentada por el Ministerio de Salud Pública, que va a cumplir su tercera década de trabajo, o el Estudio sobre condiciones socio-económicas de la población cubana mediante estratificación cartográfica, terminado a finales de los años 80 por el Instituto de Planificación Física.

Con ambas se trabajó directamente en el Estudio Nacional de Recursos Humanos para el Trabajo Social encomendado por el Consejo de Estado al Ministerio de Salud Pública y verdaderamente se puede decir que gracias a ellas se pudo prescindir de una parte importante del trabajo de campo inicialmente contemplado en el Protocolo de esta última, por demás extra-plan sin recursos asignados.

Es pues importante reconocer que aún en condiciones de democracia habrá un duro trabajo por hacer en cuanto a la eliminación del racismo como fenómeno social, en tanto y cuanto es un fenómeno que ha excedido en el tiempo a varias generaciones de cubanos.

Incluso, uno de los problemas más evidentes que tendremos es, saber con certeza sobre qué universo trabajaremos. Me explico; la práctica social y por extensión los estudios más serios sobre razas en Cuba, contemplan hasta un máximo de 20 fenotipos raciales claramente definidos. A diferencia de la común práctica para la definición de los fenotipos, pongamos por ejemplo en Europa; en Cuba sólo en un caso concreto se utiliza la geometría craneal como definitoria del fenotipo.

El resto de las definiciones versa sobre las diferentes gradaciones de la pigmentación de la piel, color de los ojos, tipo y color del pelo y en tres fenotipos concretos se tiene en cuenta el pliegue epicántico.

Sin embargo, en todos los censos de población efectuados en la Isla, durante la República y después de ella, la estratificación racial sólo ha tenido en cuenta cuatro posibles encasillamientos, vale decir; Negros, Blancos, Mestizos y Asiáticos. Si a esto se suma que en la totalidad de los casos los encuestadores han carecido de entrenamiento en Antropología Física, estaremos en presencia de resultados censales que en el tema racial sólo reflejan el auto imagen del encuestado.Si se tienen dudas al respecto, sólo debemos observar los resultados de los diferentes censos que reflejamos en las siguientes tablas.

Tabla 1
Composición de la población de Cuba, según el color de la piel,por provincias, en por cientos (1981)

Provincias Blancos Negros Asiáticos Mestizos
Pinar del Río 78,3 14,3 0 7,4
La Habana 82,2 9,5 0,1 8,2
Ciudad Hab. 63 16,4 0,2 20,4
Matanzas 76 12,7 0,1 11,2
Villa Clara 82,5 6,9 0,1 10,5
Cienfuegos 76,6 9,6 0,1 13,7
S. Spiritus 84,1 7,4 0 8,5
C. de Ávila 80,8 9,5 0,1 9,6
Camagüey 77 11 0,1 11,9
La Tunas 74,4 7,2 0,1 18,3
Holguín 78,8 6,1 0,2 14,9
Granma 42,7 4,4 0,2 52,7
Stgo. Cuba 30,2 22,2 0,3 47,3
Guantánamo 26,3 18,8 0,4 54,5
Isla de Pinos 66,8 10,9 0,2 22,1
Cuba 66 12 0,1 21,9
Fuente: Oficina Nacional del Censo. Censo de población 1981

Tabla 2
Composición de la población de Cuba, según color de la piel, en por cientos (1931-1981)

Color de la Piel 1931 1943 1953 1981

Blancos 72.1 74.3 72.8 66
Negros 11 9.7 12.4 12
Asiaticos 0.7 0.4 0.3 0.1
MestizoS 16.2 15.6 14.5 21.9
Fuente: Oficina Nacional del Censo. Censo de población 1981

Por simple percepción empírica; ¿Puede alguien suponer que la raza blanca constituya en Cuba mayoría sobre la suma del resto de las razas censadas?. Los resultados censales han diferido siempre con los resultados cruzados de diferentes encuestas, estudios o trabajos de campo de especialistas en lo referente a la temática racial.

La respuesta se encuentra en la especialización de los investigadores, que para fines prácticos concretos, perfeccionaron la caracterización de los fenotipos. Tales son por ejemplo los trabajos que se han desarrollado para la salubridad cubana. Es de sobra conocido que en este ámbito específico la precisión del fenotipo es parte del trabajo para la prevención y cura de determinadas enfermedades.

La concepción popular de “étnia” en Cuba no es tal. Se entiende por étnia a una comunidad humana que comparte no sólo raza, sino también idioma, cultura, costumbres etc. Las razas en Cuba son tributarias de todos los elementos de la étnia, con excepción hecha de la pigmentación de la piel, lo que ha llevado al común de los investigadores a definir al cubano como una unidad social uní étnica y multirracial.
Nuestra cultura es mestiza, totalmente mestiza y las diferencias entre grupos humanos en el orden cultural, están vinculadas más a la extracción socio-económica del grupo en cuestión que a la pigmentación de la piel de sus integrantes. La marginalidad inducida constituye el principal caldo de cultivo para el fenómeno racista.

Es un fenómeno que se expresa más en el ámbito de la sicología individual que de los atavismos sociales formalmente reconocidos. A diferencia de otros pueblos de nuestro entorno, los cubanos de la raza negra participaron y muy activamente en las gestas que dieron origen a la Nación y las leyes reconocieron su derecho al ejercicio pleno de la igualdad. Es más, las actuales leyes del gobierno totalitario recogen con mayor precisión que las republicanas la protección formal contra las diferentes manifestaciones del racismo.

Si esa formalidad fuera suficiente no estaríamos hoy tratando de seguir el hilo de Ariadna, ni sería necesario que el amable lector tenga la paciencia de continuar con la lectura de este ensayo.

viernes, 1 de agosto de 2008

Modelaciones para una hipotética “transición”

Modelaciones para una hipotética “transición”

Por Miguel A. García Puñales

Cumplimentando solicitudes expresas del Consejo de Redacción del diario me disponía a redactar un artículo de opinión sobre los posibles escenarios de una hipotética “transición”, cuando mi memoria –que ya no es la que un día fue- comenzó a emitir - los fisiólogos sabrán- eso que nos hace creer que hemos vivido una situación similar en otro contexto temporal. Menos mal que existen los PC y la consulta de archivos es rápida, pues ya estaba a punto de creer en vidas pasadas o en un expediente X ¡vaya usted a saber!

El caso es que encontré un artículo que publiqué el día 14 de enero de 2006 y mas tarde en octubre del propio año, como prueba de que los tiempos históricos en nuestra patria transitan en una cámara lenta, ¡pero muy lenta! A tal punto que cualquier hijo de vecino puede intentar ejercer de profeta - sólo tiene que poner en tiempo futuro lo que ve pasar en el instante que redacta sus “previsiones” – comparto con los amables lectores mi “visión” de hace dos años y medio.


Publicado originalmente con fecha 14 de enero de 2006:

He leído tanto últimamente sobre el asunto que da nombre al presente artículo, que ya me siento abrumado de tantas hipótesis. Modelar el futuro es casi más difícil que adivinarlo y esto último ya de por sí es bien espinoso; el que crea lo contrario que le pregunte a tanto "vidente" pronosticador de tantas "caídas" de la tiranía, descritas a veces con tanta precisión en tiempo y espacio que he llegado a creer que estos adivinos son almas con una especie de conexión mental similar a la máquina del tiempo.

Sin embargo, las "modelaciones" de la hipotética transición cubana, rizan el rizo. Primero, porque salvo alguna que ha sido escrita en tiempo de ficción, todas las demás suelen esquivar el asunto más escabroso, es decir; ¿De verdad alguien cree, que por el simple hecho de fallecer Castro se va a desmoronar el sistema y se pasará automáticamente a una transición? O por el contrario, ¿De verdad alguien supone que todos esos "cambios" escritos sobre papel serán factibles de efectuar obviando lo que nadie puede modelar con un mínimo de acierto? Lo que nadie modela; se da por sentado que ocurrirá de forma espontánea y eso es posible…o no.

En fin, que mientras esperamos que el pueblo se lance a la calle, que los militares se subleven o que simplemente a la muerte del tirano todo se venga abajo como un castillo de naipes, nos dedicamos a hacer cábalas sobre cómo organizaremos la nación, de qué forma la convertiremos de nuevo a la riqueza y hasta cómo reconciliaremos armónicamente a las víctimas con sus victimarios.

A más de uno he oído personalmente en los últimos tiempos, reconocer que tiene aspiraciones políticas concretas; lo cual sería totalmente legítimo si no quedara tanto por hacer antes que nada de ello pueda definirse, sobre todo si sobre tanta miseria material y moral que existe en el país no se apresuraran ya algunos "madrugadores" a proclamar su candidatura a Padre de la Patria… o a concejal del ayuntamiento de "Palo Cagao", que en eso de aspiraciones políticas no hay nada escrito.

Por todo ello son de agradecer artículos como el publicado en las páginas de La Nueva Cuba por el Director de la Sección de Cultura, Eduardo Lolo el pasado 5 de enero.

Su análisis, -a partir de las similitudes evidentes entres dos grandes desastres; la situación del país al terminar la guerra contra el colonialismo español y el final por una vía u otra -esperemos- de la dictadura comunista, me ha traído a la memoria recuerdos de anteriores debates en que modestamente participé con argumentos similares, pero sobre todo me recordaron las evidencias que esgrimiera Rafael Díaz Balart en su discurso de febrero de 1999 en ocasión del 40 aniversario de la fundación de La Rosa Blanca.

Tanto en el artículo de Lolo, como en el mencionado discurso, se previene contra la repetición de algo por lo que ya transitó la nación cubana; la descapitalización de su población autóctona a favor de intereses foráneos.

Antes de continuar con los comentarios quisiera citar algunos fragmentos de las ideas de Díaz Balart, tomadas directamente de una edición con copyright de La Rosa Blanca y que me regaló hace algunos años mi amigo Rigoberto Carceller:

" …Hay que estar preparados, desde aquí y desde ahora, para evitar que - al alumbrar la libertad - vuelva a suceder algo parecido al Tratado de París, firmado entre Estados Unidos y España el 10 de diciembre de 1898, sin permitir a los cubanos -después de un siglo de lucha - participar ni siquiera como observadores. Ese Tratado infame echó las bases para impedir que los cubanos, junto a la soberanía, pudieran obtener también una justa participación al comienzo de la vida económica de la nueva República. Solamente a través de los esfuerzos de todo el pueblo, de la política y de las leyes que hicieron los políticos en los 56 años de República, pudieron los cubanos acceder a la riqueza nacional. En la nueva Cuba libre que se acerca, hay que comenzar desde el principio, asegurando a los cubanos, a todos los cubanos, las oportunidades y facilidades para participar en la vida económica de la República y no solamente en la vida política y social…"

Y no es que me haya dado a estas alturas por creer en profetas - a pesar que la nación debe agradecer a la memoria de Rafael Díaz Balart el haber sido el único que acertó en su evaluación temprana de la figura de Fidel Castro y los males que acarrearía a la ingenua dama del gorro frigio- es que la similitud entre las miserias de la Cuba post Guerra de Independencia y la Cuba post Castro son algo más que una mera coincidencia. Ambas situaciones han sido el fruto de la incapacidad de los cubanos para llevar a buen puerto nuestra vida nacional y concluir con éxito lo que hemos comenzado; dando pie a intereses foráneos para su enriquecimiento a nuestra costa, aunque justo es decirlo, siempre con la complicidad ruin de una parte de nuestros compatriotas.

En las condiciones de una supuesta transición a la democracia -aquí ya me sumo al grupo de los "modeladores"- corresponderá al nuevo gobierno de la nación tomar las primeras y más importantes medidas para evitar ante todo que se consume "legalmente" el despojo que se viene fraguando desde dentro y desde fuera. Que en nombre de la "fraternidad" entre cubanos se legitimen privatizaciones fraudulentas a favor de los personeros actuales del régimen - que de hecho ya ostentan tal condición al enviar a sus familias al extranjero y exportar capitales que se encuentran graciosamente lavados, muchos de ellos en la geografía europea o latino americana y es casi seguro que también en territorio norteamericano- , que en nombre de las "buenas relaciones con otros estados" se vayan a admitir las transferencias del patrimonio nacional gestadas como botín de posicionamiento aventajado de numerosas compañías extranjeras.

Compañías que no han dudado ¡incluso! en manifestar públicamente su apoyo a la dictadura mediante el simple procedimiento de separar sus negocios del mantenimiento de los convenios internacionales de Derechos Humanos, Derechos Civiles y Sindicales apartándose de una actitud corporativa responsable e incluso ejecutando en sus instalaciones las órdenes directas de la Seguridad del Estado cubana, violando derechos inalienables de las personas.

Por otra parte de todo lo malo que heredará el gobierno que se erija por decisión democrática, existe un elemento pernicioso en sí mismo que se transformará en positivo; heredará el control total de los recursos de la Nación y estará en condiciones reales de legislar leyes y establecer tribunales que las hagan cumplir, estableciendo las restituciones de propiedades a quienes correspondan legítimamente o en su defecto creando las vías de indemnizaciones allí donde ello sea imposible en la práctica, pero por sobre todas las cosas creando las condiciones para capitalizar el trabajo pretérito de la población cubana.

Uno de los argumentos fundamentales de los "mesa redondistas" de La Habana para sembrar el miedo y la desconfianza entre la población, lo ha constituido desde siempre el problema de la propiedad inmobiliaria urbana. Algunos debates hemos tenido por estas tierras sobre ese aspecto con algunos defensores de la restitución de propiedades por la vía de la expropiación a ultranza. Publiqué un artículo sobre ese asunto en el número 11 de la Revista Hispano Cubana y algunas satisfacciones he tenido cuando he confirmado similares puntos de vista entre numerosos analistas.

El artículo sobre el Tratado de París al que he hecho referencia más arriba es uno de ellos. No se puede reconstruir la nueva República despojando a la población del único bien acumulado del fruto de su trabajo -que conste que no me estoy refiriendo a las mansiones de lujo de los personeros del régimen o inversores extranjeros que han adquirido propiedades en litigio- porque ese bien -cobrado más de una vez en su totalidad por el estado trasgresor- será el que le permita a una parte importante de la población contar con medios de aval para sus iniciativas emprendedoras.

Las condiciones socio-económicas que se heredarán de la actual dictadura; el nivel de marginalidad económica -tanto más cruel cuando se ceba en una población con un nivel alto de instrucción y por tanto totalmente consciente de la profundidad de su marginación- sólo se solucionará si a los cientos de miles de técnicos y profesionales formados se les facilitan las vías para el ejercicio creativo de sus profesiones, si a los sectores raciales históricamente arrinconados se les inserta realmente en la vida nacional, si a la mujer se le facilitan los mecanismos reales de igualdad -y no sólo se simula detrás de algunas leyes o estructuras sociales favorables, mientras se esconde nacionalmente el flagelo del maltrato femenino, oficialmente desconocido en la actualidad por la tiranía e incluso no reconocido como tal por la población ¡incluyendo a las afectadas!- en fin, si al común de los ciudadanos no se le brindan las oportunidades reales para vivir decorosamente de un trabajo con altos índices de productividad, mediante una política inteligente de inversión de capital y creación de empleo.

Todo ello será posible si la Nación y sus riquezas retornan a las manos de la Sociedad Civil, con un estado eficiente, pero con un aparato de gobierno mínimo; trasladando a los territorios concretos la posibilidad de gobiernos locales eficaces y estimuladores de la actividad privada, mejorando aquellos elementos de seguridad social que garanticen la estabilidad y la atención a los sectores de menores ingresos, creando de nuevo una numerosa clase media, transformando al país de un estado de miseria generalizada hacia una estado de bienestar.

Pero para ello, estimados compatriotas, PRIMERO se debe producir el cambio, ¡necesariamente pacífico!, la guerra civil no es una opción sino para los más orates sueños castristas. Sin una presión interna y externa REAL, difícilmente creo que se pueda lograr y no se solucionará sólo con llamamientos. Los que están dentro de la Isla carecen de acceso real a la información y en todo caso interpretan los llamamientos grandilocuentes del exilio - en el mejor de los casos- como una utopía de quien se encuentra a buen resguardo del peligro y con las necesidades básicas satisfechas.

Ninguna modelación tiene valor real si no cuenta con los medios para su materialización y la modelación del cambio es AHORA, después ya será tarde y los medios para su materialización deben concretarse también en este momento. Las fuerzas interesadas en evitar un cambio real hace mucho tiempo que han puesto en marcha su maquinaria y probablemente la muerte del tirano nos coja de sorpresa a todos, mientras nos entretenemos en llenar cuartillas o en enfrentarnos unos con otros y si perdemos ese momento catalizador, si no sabemos dirigir nuestras acciones en el minuto preciso, entonces es probable que tengamos que desechar la esperanza.

Cuatro o cinco maniobras estratégicas serían suficientes para afianzar como gobierno a la línea continuista; que a cambio de retroceder como cabeza de la subversión hemisférica, reintegrar propiedades de ciudadanos norteamericanos y dar garantías de convertirse en barrera segura para el tráfico de drogas o el tránsito terrorista hacia la Unión americana -ejército tiene de sobra para ello- amén que de evitar una más que probable explosión migratoria, recibiría el probable beneplácito "hasta de Dios" para "legalizar" el despojo de una nación. Bajo la égida de una camarilla de este tipo, -"reconvertida" al estilo ruso- no sería difícil simular un estado "democrático", con constitución incluida y población educada por más de medio siglo en la simulación, la doble moral y el oportunismo político.

Que no se repita el Tratado de París depende de los buenos cubanos, aunque desgraciadamente, cuando los pueblos tienen mala memoria, la historia suele repetirse como este artículo.